Roseola

La roséola es una infección común que generalmente afecta a los niños menores de 2 años. Es causada por un virus que se propaga de persona a persona. Puede causar fiebre alta seguida de una erupción que no pica ni duele. Alrededor de una cuarta parte de las personas con roséola presentan erupción.

La roséola, también conocida como sexta enfermedad, generalmente no es grave y desaparece por sí sola en una semana más o menos. El tratamiento de la roséola incluye paños frescos y medicamentos para reducir la fiebre.

Si su hijo está expuesto a alguien con roséola y se infecta con el virus, es probable que demore entre 1 y 2 semanas en aparecer los signos y síntomas de la infección. O puede que no aparezcan en absoluto. Es posible infectarse con roséola pero no mostrar ningún signo de ella.

Los síntomas de la roséola pueden incluir:

• Fiebre. La roséola a menudo comienza con fiebre alta, a menudo superior a 103 °F (39,4 °C). Comienza repentinamente y dura de 3 a 5 días. Algunos niños también pueden tener dolor de garganta, secreción nasal o tos junto con la fiebre o antes de que aparezca. Su hijo también puede desarrollar ganglios linfáticos inflamados en el cuello.
• Sarpullido. Después de que desaparece la fiebre, a menudo aparece un sarpullido. Un sarpullido por roséola son muchas manchas o parches pequeños. Estas manchas tienden a ser planas.

El sarpullido a menudo comienza en el pecho, la espalda y el abdomen y luego se extiende al cuello y los brazos. Podría llegar a las piernas y la cara. Es poco probable que el sarpullido provoque picazón o dolor. Puede durar horas o días. El sarpullido podría aparecer sin fiebre previa.

Busque atención médica inmediata

Su hijo podría tener una convulsión (convulsión febril) si la fiebre sube mucho o aumenta rápidamente. Si su hijo tiene una convulsión sin causa aparente, busque atención médica de inmediato.

La roséola es causada por un virus, generalmente el virus del herpes humano 6 o, a veces, el virus del herpes humano 7. Se propaga por contacto con la saliva de una persona infectada, como al compartir una taza, o por el aire, como cuando una persona con roséola tose o estornuda. Pueden pasar entre 9 y 10 días para que aparezcan los síntomas después de la exposición a una persona infectada.

La roséola deja de ser contagiosa después de que la fiebre haya desaparecido durante 24 horas.

A diferencia de la varicela y otras enfermedades virales infantiles que se propagan rápidamente, la roséola rara vez provoca un brote en toda la comunidad. La infección ocurre con mayor frecuencia en primavera y otoño.

El riesgo de roséola es mayor en los bebés mayores. Es más común entre los 6 y los 15 meses. Los bebés mayores tienen mayor riesgo de contraer roséola porque aún no han tenido tiempo de desarrollar sus propios anticuerpos contra muchos virus. Los recién nacidos están protegidos por los anticuerpos que reciben de sus madres durante el embarazo. Pero esta inmunidad disminuye con el tiempo.

La roséola suele ser una enfermedad leve, pero puede causar complicaciones.

No existe una vacuna para prevenir la roséola. Puede proteger a los demás manteniendo a un niño con fiebre en casa hasta que la fiebre haya desaparecido durante 24 horas. Luego, incluso si hay una erupción de roséola, la enfermedad no es contagiosa. La mayoría de las personas tienen anticuerpos contra la roséola cuando llegan a la edad escolar, lo que las hace inmunes a una segunda infección. Aun así, si un miembro del hogar contrae el virus, asegúrese de que todos los miembros de la familia se laven las manos con frecuencia para evitar la propagación del virus a cualquier persona que no sea inmune.

La roséola se puede diagnosticar en función de los síntomas. Los síntomas iniciales son similares a los de muchas otras enfermedades infantiles, como el sarampión. La erupción de la roséola a menudo comienza en el pecho o la espalda. La erupción del sarampión comienza en la cabeza.

A veces se realiza un análisis de sangre para confirmar el diagnóstico.

No existe un tratamiento para la roséola. La mayoría de los niños se recuperan en una semana desde el inicio de la fiebre. Con el consejo de su proveedor de atención médica, considere darle a su hijo medicamentos de venta libre para la fiebre y el dolor hechos para bebés o niños como una alternativa más segura a la aspirina. Algunos ejemplos incluyen acetaminofén (Tylenol, entre otros) e ibuprofeno (Advil para niños, entre otros).

Tenga precaución al administrar aspirina a niños o adolescentes. Aunque la aspirina está aprobada para su uso en niños mayores de 3 años, los niños y adolescentes que se recuperan de varicela o síntomas similares a la gripe nunca deben tomar aspirina. Esto se debe a que la aspirina se ha relacionado con el síndrome de Reye, una afección poco frecuente pero potencialmente mortal, en estos niños.

No existe un tratamiento específico para la roséola. Algunos proveedores de atención médica pueden recetar el medicamento antiviral ganciclovir para personas con sistemas inmunitarios debilitados.

Como la mayoría de los virus, la roséola simplemente necesita seguir su curso. Una vez que la fiebre disminuye, es probable que su hijo se sienta mejor pronto. La erupción de la roséola es inofensiva y desaparece en 1 a 3 días. No se necesitan cremas ni ungüentos.

Para tratar la fiebre de su hijo en casa, su proveedor de atención médica puede recomendar:

• Mucho descanso. Deje que su hijo descanse en la cama hasta que desaparezca la fiebre. Use ropa y mantas ligeras.
• Muchos líquidos. Ofrézcale a su hijo líquidos claros para beber para prevenir la deshidratación. Algunos ejemplos son agua, ginger ale, refresco de limón-lima, caldo claro, una solución de rehidratación electrolítica (Pedialyte, entre otras) y bebidas deportivas, como Gatorade o Powerade. Elimine las burbujas de los líquidos carbonatados. Puede hacer esto dejando reposar la bebida burbujeante o agitándola, vertiéndola o revolviéndola. Eliminar las burbujas ayudará a su hijo a evitar la incomodidad adicional de los eructos excesivos o los gases intestinales.
• Paño fresco o baño de esponja. Dele a su hijo un baño de esponja tibio o aplique un paño fresco y húmedo en la frente. Hacer esto puede aliviar la incomodidad de la fiebre.